ECOLÓGICA UNA CERTIFICACIÓN QUE VALE
SU PESO EN ORO
La certificación ecológica
tiene el mismo color que la cerveza porque vale su peso en oro. Se trata de un
mercado nicho en crecimiento exponencial que no depende de grandes
multinacionales cerveceras y que seduce a una clientela cada vez más interesada
en la calidad de su nutrición en sentido global. Lo ecológico lo abarca todo,
por tanto, es normal que llegara a esta bebida milenaria a base de cereales.
Las cervecerías tipo «craft
brewerries» son de escala humana, independientes y tradicionales en sus métodos
de elaboración de la cerveza y evidentemente están al tanto de este compromiso
ecológico. Como parte integrante de un proceso ecológico y bioético, han
establecido un proceso totalmente natural. Para quienes han convertido lo
ecológico en pieza clave de su alimentación, la ausencia de pesticidas o
sustancias químicas se ha convertido en algo indisociable de la salud y el
placer de alimentarse y beber de forma sana. Esto no quiere decir que sean
productos aburridos o insípidos, la cerveza ecológica es prueba de ello y
muestra todos sus colores a sus amantes.
Porque la cerveza ecológica
va desde la rubia a la oscura, de la ambarina a la blanca y tiene sabores a
frutas, flores, especias o licores (Génépi, whisky, coñac, etc.) para variar
los placeres y adaptarse a cada ocasión y cada plato. Maridar comidas con
cervezas ecológicas nos permite conocer y apreciar mejor los sabores y la
sutileza de esta bebida que, antes, en raras ocasiones tenían un lugar en la
mesa. Actualmente, las cervecerías artesanales y ecológicas tienen expertos
cerveceros cuyo papel consiste en mejorar su imagen y convertirla en un
producto gourmet.
Como producto vivo, la
cerveza ecológica es una cerveza que se puede conservar y cuyos sabores se
desarrollan con el paso del tiempo. Rica en vitaminas y oligoelementos, sin
filtrar ni pasteurizar, es una bebida que, debido a la ausencia de
conservantes, es frágil y que debe conservarse apartada de la luz directa del
sol, en un lugar fresco y seco, de forma similar a un vino. Se recomienda
consumirla a una temperatura de 5 a 13º, según la cerveza, a fin de liberar
todos los aromas.